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Los chupetes, consejos sobre su utilización

¿Hay algún objeto más representativo de la niñez temprana que el chupete? Pero algo al parecer tan obvio requiere una serie de matizaciones y ha de ajustarse a unas ciertas reglas.

El porque de la utilización del chupete

Las primerísimas etapas del desarrollo madurativo del ser humano están caracterizadas por lo que ha venido a denominarse como «fase oral» de ese desarrollo. Siendo como es la alimentación la principal y casi exclusiva actividad durante los primeros meses y, desde luego, en el período neonatal, es fácil comprender que sea la boca la parte del organismo del niño que reciba el mayor número de estímulos placenteros. De este modo el niño establece una primera vía de comunicación con cuanto le rodea a través precisamente de la boca. Es más, en su elemental escala de sentimientos hay tres situaciones displacenteras: el dolor, la casi indiferencia-ble incomodidad derivada quizá de una inadecuada temperatura o de la suciedad y, por encima de todas, el hambre. Pues bien, esta última se elimina con el placer recibido por la boca; de este modo viene a establecerse una relación inconsciente que acaba por localizar en la succión una fuente de placer. Y ya tenemos instaurada la utilidad del chupete: el niño chupa y acalla sus penas.

 

La mayoría de los padres, desde luego, ignoran este proceso cuando colocan por primera vez un chupete a su hijo; es algo que se ha hecho siempre y que se ha convertido en costumbre sin explicación. Pero ¿es de verdad necesario el chupete? Hasta en civilizaciones de la Edad Antigua se han encontrado objetos prácticamente idénticos a los chupetes actuales, que debían de cumplir el mismo cometido. Eso nos quiere decir que siempre los adultos han sabido que dando al niño algo que chupar se le proporcionaba consuelo o satisfacción. El niño que juguetea con el pezón de la madre o con la tetina del biberón cuando claramente ha obtenido ya el alimento necesario para satisfacer sus requerimientos alimenticios, está sugiriendo al adulto que le cuida lo que éste debe hacer para no estar continuamente atado a esa criatura.

Así pues, el chupete parece indispensable. Sin embargo, hay niños que desde el primer momento lo rechazan sin que suplan con nada la eventual necesidad de succión; son una minoría. Otros, lo que hacen también muy precozmente es rechazar el uso del chupete pero sustituyéndolo por la succión de un dedo, habitualmente el pulgar de cualquiera de las dos manos. Estos últimos tienen un patrón de conducta en todo similar a los que aceptan de buen grado el chupete; ellos quizá rechazan la consistencia del material empicado en su fabricación o el tacto sentido en la lengua prefiriendo el de su propia piel, desde luego más parecido al del pezón materno aun cuando estén alimentados de forma parcial o exclusiva con biberón. Como nadie recuerda el porqué de sus gustos a esa edad ni es factible preguntárselo a los mismos niños, carecemos de criterios fiables para comprender las preferencias de unos y otros.

Normas de uso para usar el chupete correctamente

Si de cualquier modo se va a emplear un chupete conviene que éste cumpla algunos requisitos. El primero y principalísimo es el de seguridad. He aquí, el más frecuente problema: el riesgo de que se desprenda la tetina provocando la asfixia del niño. Por eso son preferibles los chupetes de una sola pieza.

Existen multitud de chupetes que pretenden ser «anatómicos» ajustando su forma a la cavidad bucal del bebé. Lo cierto es que al poco tiempo de su uso cualquier tetina se adapta perfectamente a la boca salvo las excesivamente grandes o duras. La saliva de los niños parece a veces ciertamente corrosiva a juzgar por cómo deja el material plástico.

Un objeto potencialmente peligroso es el cordón utilizado para sujetar el chupete alrededor del cuello. Con frecuencia es motivo de graves accidentes por estrangulamiento al quedar enganchado en algún punto de la cuna durante los movimientos del niño. Nunca debería utilizarse este medio de sujeción; si se quiere evitar la caída reiterada al suelo puede sujetarse a la ropa, aunque es preferible el esfuerzo mínimo de recogerlo una vez y otra.

La higiene correcta para los chupetes

La higiene habitual del ehupete puede realizarse mediante un simple lavado con agua y jabón. No son necesarias las sustancias antisépticas como tampoco la práctica de hervir el chupete cada vez que éste ha caído al suelo o se ha podido ensuciar de cualquier otra forma.

Es aconsejable disponer al menos de dos chupetes que se alternarán en su uso, rechazándolos cuando sus tetinas hayan sufrido una importante deformación o muestren signos de que el material de que están hechos empieza a deteriorarse. Si el niño ha iniciado la dentición, se ha de tener cuidado de la posible rotura de la tetina por el roce constante con los dientes, lo que traería consigo un riesgo de desprendimiento de la misma.

Una cuestión difícil de dilucidar es la referida al momento en que se ha de suprimir el uso del chupete. En ella pesa mucho la opinión de los odontólogos pediátricos. La utilización del chupete por encima del año y medio de edad puede influir negativamente en la posición de los dientes que van brotando y condicionar defectos en la oclusión dentaria que afectan no sólo a la estética sino también a la correcta masticación de los alimentos. En este sentido parece ser indiferente el tipo de chupete utilizado. De modo que lo deseable es que ningún niño continúe con chupete a la edad de dieciocho meses. Pero esto no siempre es tan fácil de llevar a la práctica. El «vicio» puede estar tan arraigado que cualquier intento paterno por desterrarlo trae consigo un auténtico drama familiar: el niño no conciba el sueño, se muestra irritable, puede hasta rechazar el alimento. Ante esta situación los padres suelen optar por devolverle el chupete dejando su supresión definitiva para más adelante. Es cierto que casi todos los niños rechazan por sí mismos el chupete alrededor de los dos años o, cuando menos, lo reclaman sólo para dormir y en este caso se les puede quitar una vez han conciliado el sueño, con lo cual su uso se limita a muy pocos minutos diarios. Quizá sea ésta la forma menos desazonante para conseguir la eliminación: ir reduciendo su uso, desde antes del año y medio, a los momentos previos al sueño. El llanto y el desasosiego que el niño manifiesta a otras horas del día ceden pronto en cuanto se distrae su atención con algún juego. En cualquier caso no debe hacerse un drama familiar de la cuestión del chupete, ni pretender, mas allá del primer año de la vida, sustituir con él otras manifestaciones de afecto que el niño va necesitando una vez superada la estricta fase oral de su desarrollo.

Como bañar a tu bebe recién nacido

La piel del niño, que ha permanecido durante nueve meses en un ambiente líquido y a temperatura uniforme, se ve sometida desde el mismo nacimiento a los efectos de una escasa humedad y unos cambios frecuentes de temperatura. Por todo ello esa piel se reseca y puede descamarse en algunas zonas como el abdomen o las extremidades. Esto es más frecuente e intenso en niños nacidos más allá de las cuarenta semanas de gestación, que se denominan postmaduros, pero puede aparecer en cualquier otro.

Conozca como debe bañar correctamente a su recién nacido

El niño debe ser bañado diariamente y de forma completa, aun cuando todavía mantenga el cordón umbilical —nada más nacer se le baña así sin que exista contraindicación por la presencia del cordón—. Se dispondrá en una habitación templada un recipiente con agua a la temperatura corporal (aproximadamente 37°C) que se comprueba introduciendo la mano o mejor el antebrazo; si se nota templada o caliente estará por encima de esta temperatura. Se utiliza un jabón de los muchos que existen en el comercio para este fin y una esponja fina y suave. Debe iniciarse el lavado por la cabeza y terminarlo por la zona de genitales y ano para evitar que la esponja contaminada en estas regiones extienda la posible suciedad a los ojos o la boca.

Finalizado el baño hay que secar al niño sin frotar sino por contacto con la toalla. Después, si hay descamación, se puede aplicar sobre ella una capa de aceite cosmético, siendo igualmente eficaz el aceite de oliva.

No es necesario el uso de polvos de talco ni de lociones o cremas para todo el cuerpo. La propia piel del niño tiene, en condiciones normales, la suficiente cantidad de grasa para mantenerla tersa. Ni siquiera es preciso aplicar cremas sobre la zona anal recién bañado cuando ya está limpia de restos fecales o urinarios.

No existe una hora mejor para el baño diario: cualquiera es buena aunque se recomienda, para establecer una rutina más cómoda para madre e hijo, efectuarlo o bien por la mañana antes de la primera toma de alimento o por la noche antes de la última, con lo que el niño suele dormir mejor y por más horas al sentirse relajado y limpio. En épocas calurosas puede bañársele dos veces al día.

La higiene del bebe, trabajo en equipo!

El tiempo que se dedica al baño llega a ser para el niño uno de los más gratificantes de la jornada y puede serlo también para los padres que aprenden a observar el cuerpo de su hijo, sus movimientos liberados de las ropas que los limitan durante el resto del día, y establecen con él un íntimo contacto físico de gran importancia en la relación paterno-filial. Por todo esto es muy recomendable que al baño del recién nacido asistan el padre y la madre y que ambos participen en el manejo y limpieza del niño.

En cuanto al recipiente que ha de servir para el baño puede ser cualquiera que permita sujetar cómodamente al niño y que el agua cubra aproximadamente las dos terceras partes de su cuerpo. Existen en el comercio bañeras plegables que, sobre todo, ayudan a la comodidad de la madre que puede permanecer de pie y tener mayor soltura con las manos.

El ombligo es con frecuencia asiento de infecciones mientras duran los restos del cordón y en los primeros días tras su desprendimiento, porque es una región cruenta cpie tarda un tiempo en recubrirse de piel protectora. Mientras haya cordón se debe envolver con una gasa impregnada en alcohol de 90° levemente rebajado o con alcohol de 70°. Al caerse el cordón, lo cual suele suceder entre los días 5 y 10 de la vida, se aplica sobre él una solución antiséptica yodada o el más utilizado mercurocromo. No es raro que al desprenderse el cordón se observe una pequeña hemorragia en la herida resultante; si la sangre es apenas una gota cpic mancha ligeramente el pañal no debe ser motivo de alarma y han de seguirse las mismas normas de higiene antedichas. Si la hemorragia fuese mayor se consultará al pediatra.

Como limpiar las deposiciones de tu bebe, evita infecciones

Además del baño completo diario es necesaria la higiene del niño en varias ocasiones más a lo largo del día, siempre que haya orinado o hecho deposición. Se utiliza una esponja y agua templada cuidando de limpiar bien todos los pliegues y la zona del ombligo si ha llegado hasta ella la suciedad. En las niñas es muy importante realizar la maniobra de limpieza iniciándola en el área genital y siguiendo hacia el ano y no al revés, porque en caso contrario son fáciles las infecciones vulvares e incluso las de vejiga urinaria por los gérmenes que habitualmente contaminan las heces.

Quiero insistir en la existencia de numerosos pliegues en la superficie corporal de los niños porque a veces se descuidan apareciendo irritaciones cutáneas que necesitarán ya la aplicación de cremas o pomadas de otro modo innecesarias.

Hoy son de uso (recuente las toallitas impregnadas de sustancias jabonosas. No cabe duda de que su uso es cómodo y más porque al ser de un solo uso reducen el subsiguiente trabajo de lavado; sin embargo no mejoran en absoluto el resultado higiénico del agua y jabón, encareciendo innecesariamente el ajuar del niño. Pueden ser útiles para viajes o en situaciones donde sea difícil o imposible obtener agua, pero no en el hogar; aquí la esponja, el jabón y el agua templada son los mejores instrumentos de limpieza y los más baratos.