La iguana es un animal de sangre fría, pariente lejano de los dinosaurios. Pueden ser muy tranquilas y llegar a convertirse en buenas mascotas, sí se crea un vínculo de confianza con ellas.
Como todo ser viviente, estos reptiles tienen sus propios sistemas de defensa, uno de ellos puede ser el de desplegar una piel suelta que le cuelga del cuello, esto sí se sienten amenazadas. De hecho, sí se disgustan su principal reacción consiste en batir la cabeza, abrir la boca y mover la cola. Es por esto por lo que debemos aprender a cuidarlas, para que sean felices en el ambiente que las rodea.
Conociendo a la Iguana Verde
Lo más importante es conocer la especie y saber sus necesidades. La iguana verde puede medir hasta dos metros de longitud, de la cabeza a la cola, además puede llegar a pesar hasta 15 Kg.
Una de sus características es que tiene patas muy cortas y cinco dedos en cada pie, acabados en garras muy afiladas. Su cola es larga y delgada y está bordeada por una hilera de afiladas escamas dorsales. Debes saber que le gusta pasar más tiempo asolándose que comiendo.
¿Cómo debe ser el hábitat de tu iguana?
Es importante considerar que todo ser vivo debe estar en un ambiente apto para su supervivencia. En el caso de las iguanas verdes, la temperatura y la iluminación son fundamentales.
La temperatura en la que habiten debe ir desde los 24°C a los 30°C, siendo 28°C la temperatura óptima. Para lograr esto puedes colocar en el terrario diferentes tipos de elementos, tales como: lámpara de cerámica, lámpara infrarroja, lámparas focales diurnas, mantas térmicas o cables térmicos.
En el caso de la iluminación, estos reptiles necesitan radiación ultravioleta (UVA y UVB) que debe ser cambiada cada seis meses, ya que una iluminación inadecuada puede traer como consecuencia que la iguana se descalcifique, llevando a que sus huesos se deformen y se tornen débiles.
¿Qué come la iguana verde?
En cuanto a su alimentación, es importante destacar que son herbívoros, comen verduras, hierbas y frutas; lo que quiere decir que insectos, carnes, pescados u otros similares, pueden llegar a enfermarlas. Volviendo a su dieta, podemos decir que debe estar compuestas de al menos ¾ de vegetales y ¼ de frutas
En el caso de las verduras podemos sugerir brócoli, cilantro, hojas de zanahoria, lechuga (en cantidades pequeñas), tomate, pepino, champiñones, entre otros. De las frutas se recomiendan manzanas, uvas, kiwi, melón, fresas, peras, mango y similares.
Entre los alimentos que no se recomiendan destacan las zanahorias, perejil, ajo, cebolla, espinacas y espárragos.
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