Este grupo, aunque por fortuna poco frecuente, es el que condiciona una mayor preocupación tanto en los familiares del niño febril como en el médico que lo atiende. Sobre todo porque en las manifestaciones neurológicas de los procesos infecciosos se suelen confundir por los no profesionales las consecuencias con las causas. El ejemplo más típico de esto que digo es la idea muy extendida de que una Fiebre muy elevada puede provocar una meningitis, cuando lo cierto es lo contrario, que la meningitis, cuando se presenta, es la que tiene la fiebre entre sus síntomas.
La meningitis: Fiebre por afecciones del sistema nervioso central
Las meningitis tienen al principio de su proceso un conjunto sintomático bastante inespecífico: fiebre, vómitos, dolor de cabeza. En realidad casi cualquier enfermedad febril, desde una faringitis a una diarrea, puede cursar, y de hecho así lo hace, con dolor de cabeza y con vómitos sin que en ella esté afectado lo más mínimo el sistema nervioso central. De modo que cuando se dan esos tres síntomas como típicos de meningitis lo único que se consigue es alarmar y crear en los familiares una angustia innecesaria cada vez, y serán muchas durante la infancia, que el niño aquejado de liebre comience a vomitar y se queje de que le duele la cabeza.
No obstante, es cierto que tales síntomas deben ser puestos en conocimiento del pediatra el cual con unas breves maniobras exploratorias será capaz de descartar la presencia de una afectación meníngea. Cuando el médico sospecha que, efectivamente, puede existir una patología de este tipo recurrirá para el diagnóstico de certeza a practicar una prueba que se denomina punción lumbar. Ésta siempre se ha de realizar en un medio hospitalario porque requiere unas condiciones técnicas y de asepsia que sólo se encuentran allí. La prueba, algo dolorosa para el niño, consiste en puncionar con una aguja entre dos vertebras a nivel de la región lumbar —de ahí su nombre— para extraer unas gotas del líquido que impregna las meninges y proceder a su inmediato análisis.
Que es la meningitis
Las meninges son unas membranas que recubren todo el sistema nervioso central, cerebro y médula espinal, que pueden sufrir numerosos procesos infecciosos cuya gravedad depende precisamente de la importancia de los órganos recubiertos. Las causas son múltiples pero podemos considerar dos grandes grupos: meningitis bacterianas y meningitis víricas. Las primeras revisten mayor gravedad y riesgo de complicaciones; las producidas por virus evolucionan por lo general favorablemente aun sin tratamiento.
Entre las meningitis bacterianas la más frecuente es la causada por el meningococo aunque en niños muy pequeños los gérmenes pueden ser otros distintos a éste. Son de aparición brusca y suelen darse en epidemias durante las que se detectan varios casos entre niños que asisten al mismo centro escolar. Aparte de la liebre elevada, los vómitos son extraordinariamente violentos y el estado general del paciente está muy afectado desde las primeras horas. Casi cualquier movimiento se acompaña de intenso dolor, pero sobre todo éste es agudísimo al intentar llexionar el cuello hacia delante, maniobra que llega a ser imposible por la rigidez muscular de esa región, uno de los signos más claros de enfermedad meníngea.
Peligros de la meningitis
El tratamiento de las meningitis es urgente y hospitalario. Sólo algunas meningitis víricas podrían ser tratadas domiciliariamente, pero ni siquiera en estos casos es recomendable la permanencia en el hogar porque se puede requerir la administración de sueros en los vómitos muy intensos, etc., que son medidas a tomar en un centro sanitario. También es necesario tener en consideración la tranquilidad de los familiares y ésta, desde luego, es siempre mayor en los casos de meningitis con el niño bajo cuidado hospitalario.
Cuando la causa de la infección es el citado menin-gococo el médico aconsejará a los familiares del niño y a cuantos hubiesen estado en íntimo contacto con él durante las últimas horas la toma preventiva de algún antibiótico. Quiero insistir en que el contacto que reviste algún riesgo ha tenido que ser íntimo y no la simple convivencia en el colegio por ejemplo.
Cuando se detecta en un centro escolar un caso de meningitis se produce por regla general un clima de desasosiego entre los familiares de los otros niños. Para esta situación deberán tenerse en cuenta estas reglas: a) procurar enterarse de si la meningitis es bacteriana o por virus, porque en este segundo caso, mucho más frecuente, no es necesario tomar ninguna medida; b) si es bacteriana, por meningococo, y el niño propio es compañero íntimo del afectado, no mero asistente al mismo colegio o incluso a la misma clase, acudir al pediatra que indicará la medicación preventiva; c) si el pediatra ha prescrito un tratamiento, cumplirlo a rajatabla durante los tres o cuatro días que dura por término medio; d) no interrumpir la escolaridad de los niños sanos ni, menos aún, cerrar el colegio.
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